Este lunes 25 el
diario La Nación publicó un excelente artículo que se ilustró con el Mapa del
crimen Organizado de la comisaría 44. Aquí la nota del diario, y otra publicada en su versión página web:
Inseguridad / Nuevo mapa del crimen
organizado
Versalles, movilizado por el delito
En ese barrio y en otros de la zona
se denuncian robos, asaltos y la existencia de prostíbulos y desarmaderos.
Lo que debería ser una zona residencial en el límite entre
la Capital y el conurbano es, para los vecinos, "un caldo de cultivo para
el delito".
Cinco
barrios, la terminal de ómnibus y la estación de trenes de Liniers, once cruces
de la avenida General Paz, la autopista Perito Moreno y el club Vélez Sarsfield:
todo eso entra en la jurisdicción de la comisaría 44a.
Los
vecinos denuncian que en las 492 manzanas comprendidas por la General Paz, Lope
de Vega, Ramón Falcón, Tonelero y Humaita, en los barrios de Versalles, Villa
Real y parte de Liniers, Villa Luro y Monte Castro, hay bandas dedicadas al
robo de autos, casas y asaltos en la calle, al menos quince prostíbulos, cuatro
desarmaderos, puntos de venta de droga y talleres textiles clandestinos.
La
zona también está vinculada directamente al corredor del Acceso Oeste, donde
hubo más de una decena de secuestros exprés y asaltos en los últimos meses. Sin
ir más lejos, el 30 de mayo una banda robó un camión y tomó de rehén a cinco
personas en la autopista Perito Moreno cerca de la bajada del estadio José Amalfitani.
Todos
estos focos están plasmados en un "mapa del crimen organizado"
realizado con la ayuda de la Fundación La Alameda, dedicada a perseguir el
trabajo esclavo en talleres textiles.
Los
vecinos trabajaron durante un año en la confección del mapa, a partir de las
reuniones que realizan todos los jueves a las 19 en la Iglesia Nuestra Señora
de la Salud, en Marcos Sastre y Bruselas.
"Lo
que más preocupa a los vecinos es la cantidad de robos a autos, comercios y
casas. El reclamo es que el barrio vuelva a ser un lugar habitable y no un
barrio aguantadero", dijo Lucas Schaerer, periodista e integrante de La
Alameda.
UNA ZONA COMPLEJA
La
definición de "barrio aguantadero" alude a la complejidad de la
jurisdicción, definida por sus particularidades geográficas y sus centros de
alta concentración de tránsito de personas y vehículos. "En la terminal de
ómnibus de Liniers no hay control aduanero, y entonces es foco del tráfico de
personas y de drogas. Allí arriban los ómnibus desde La Quiaca, con gente cruzada
ilegalmente desde Bolivia y luego sometida en talleres clandestinos o usada
como «mulas»", explicó Schaerer a LA NACION.
Justamente,
la mayor concentración de prostíbulos se da a pocas cuadras de la terminal de
Liniers.
Otra
preocupación de los vecinos es el funcionamiento de desarmaderos, especialmente
en Villa Real y Versalles. "Hay uno a la vuelta de la comisaría 44a., en
una casa sobre Lascano, en la misma manzana. Están las denuncias hechas y no se
hace nada", dijo un vecino que pidió que su nombre se mantuviera en
reserva.
"La
gran cantidad de desarmaderos hace que prolifere el robo de autos y
ruedas", explicó Schaerer. "A su vez, la cercanía con la General Paz
y la ausencia de controles policiales hacen que en una persecución los
delincuentes puedan escapar fácilmente hacia provincia", dijo.
También
se denuncia la gran cantidad de asaltos en la vía pública que quedan impunes
porque las cámaras de seguridad no funcionan.
"Hace
dos semanas, el esposo de una integrante de la asamblea fue asaltado por dos
hombres que le partieron una baldosa en la cabeza, por lo que recibió 12 puntos
de sutura. El patrullero demoró 45 minutos en llegar al lugar", contó
Schaerer.
Luego de un cacerolazo realizado
el 31 de mayo pasado, en el que se presentó el mapa, los jefes de la comisaría
hicieron su descargo junto a funcionarios del Ministerio de Seguridad el 14 de
este mes; entre otras cosas, reconocieron que hay 35 cámaras de seguridad sin
funcionar por la falta de un centro de monitoreo..
El escenario
Hacer visible una ausencia
Un incipiente movimiento vecinal busca hacer visible
aquello que, en los discursos gubernamentales, es sólo una sensación; procura
poner en blanco sobre negro el reflejo de la propia experiencia en oposición a
la ausencia de estadísticas oficiales que las cristalicen, que les den el valor
de verdad necesario para, a partir de la comprobación, pasar al plano de la
respuesta.
El
mapa del delito realizado por los vecinos de la asamblea Versalles de Pie
recorre el mismo camino que el de los vecinos de Recoleta; en las próximas
semanas aparecerán otros, como el de Caballito y, más allá de los límites de la
Capital, el de Avellaneda.
El mapa del delito realizado por los vecinos de la asamblea
Versalles de Pie recorre el mismo camino que el de los vecinos de Recoleta; en
las próximas semanas aparecerán otros
Con
todas las falencias metodológicas que se les puede atribuir, estos
"mapas" son no sólo la exposición de la propia experiencia, sino la
expresión de una necesidad legítima de ser escuchados por las autoridades y de
conseguir, en consecuencia, respuestas eficaces.
Contra
lo que suelen responder las autoridades, la información sobre delitos no es
materia excluyente para las policías, los funcionarios que diagraman las
iniciativas de prevención o los especialistas en política criminal.
Las estadísticas, lealmente hechas y presentadas en tiempo y
forma, son un valor agregado para el ciudadano
Cualquier
vecino tiene derecho a saber lo que ocurre en su barrio, en las calles donde
deja el auto, en las veredas que recorre para llegar a su casa. A la hora de
una mudanza, de la evaluación de la compra de un inmueble, por ejemplo, saber
si en la zona hay puntos de venta de droga, proliferación de asaltos
domiciliarios o ataques en la vía pública es vital.
Las
estadísticas, lealmente hechas y presentadas en tiempo y forma, son un valor
agregado para el ciudadano. De ahí la importancia de iniciativas como las de
Recoleta, Versalles o las que están a punto de ver la luz.
Por
otra parte, estos "mapas" van más allá de los delitos comunes.
Abordan, además, indicios del crimen organizado en los barrios; la venta de
drogas, los lugares donde se ejerce la prostitución o el comercio ilegal, talleres
clandestinos e, incluso, presuntas "zonas liberadas".
Estos "mapas del crimen
organizado" hablan no sólo de robos y asaltos -el delito común-, sino de
qué hacen los funcionarios responsables de la prevención y la represión del
delito para recuperar el control de la calle y anticiparse a las eventuales
situaciones de conflicto..
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